La variedad de la oferta, la adaptación del juguete a la edad del usuario, el pequeño tamaño de determinadas piezas, la posible toxicidad de algunos componentes y otros posibles riesgos derivados del uso de un determinado juguete, junto el carácter imprevisible del juego de los niños, hace imprescindible una normativa que iguale a todos los usuarios y su exposición a posibles riesgos derivados del buen o mal uso de un juguete o alguno de sus elementos.
La definición legal de juguete nos dice que:
‘Juguete es todo producto diseñado o previsto, exclusivamente o no, para ser utilizado con fines de juego por niños menores de catorce años’.
El juguete es un elemento enriquecedor para el desarrollo del juego. Esa razón y la interacción de los niños con sus juguetes justifica la existencia de una regulación que no debe ir desprovista de la supervisión de un adulto tanto en la elección del juguete como en el uso (seguro) que se haga del mismo.