Algunas veces no resulta evidente a primera vista que jugar, actividad natural en cualquier niño, debería y tiene que ser su actividad principal. El juego desempeña un papel educativo, decisivo hasta el final de la infancia. A todos los niños del mundo se les debería dar cada día el tiempo suficiente para disfrutar mediante el juego.

Sin embargo, estas nociones básicas se han convertido en algo confuso en la vida moderna. Muchos padres piensan que nunca es demasiado pronto para enseñar a sus hijos los principios de la competencia, sin darse cuenta del hecho de que la estabilidad emocional adquirida durante los primeros años de la infancia y las experiencias fundamentales derivadas del juego permiten una excelente evolución, tanto emocional como intelectualmente. Esto, a su vez, les permite acercarse progresivamente a las etapas iniciales del aprendizaje en el colegio y después comenzar su andadura en el mundo exterior.

El juego ayuda a los niños a soñar, a imaginar y a transformar la fantasía en hechos, al adoptar todos os papeles que les dicta su imaginación. El juego les permite también afrontar la realidad y resolver los considerables problemas que ésta puede imponer.

Si dejamos a los niños jugar como ellos quieren, generalmente encontrarán las soluciones a los problemas con los que tienen que enfrentarse”. En esta cita de Bruno Bettelheim podemos comprender perfectamente el papel de los padres. Su querida presencia, su autoridad y generalmente su participación, son necesarias, pero deben procurar evitar convertir un juego de niños en una lección de adultos.

El papel irremplazable de los padres se traduce también en dar a sus hijos, que inmediatamente muestran interés por tales objetos, los juguetes adecuados para cada edad. El valor añadido proporcionado por los juguetes, la mayoría de los cuales son el resultado final de una gran cantidad de cuidadas reflexiones y de una preparación muy específica, es absolutamente fundamental. Así, mientras se divierten, los niños transforman el placer inmediato en alegría de vivir, tan necesaria para una vida feliz.”

Extracto del prólogo del Dr. Julien Cohen-Solal a la revista “El valor de los juguetes y el juego” de la Fundación Crecer Jugando.